Si dejo fluir mi
cerebro a través de la noche moribunda,
si yacen mis ojos perdidos en una de tantas
galaxias,
si tasto el dulzor de
una brisa que pone mis pelos de punta,
si nace una flor a mi lado de pétalo ardiente,
si surca, en mi
vista, un astro que aviva el techo infinito,
si siento ternura en el césped que en lecho
convierto,
si veo en tus ojos, divinos, la plenitud de la
luna,
si tengo tu ser a mi vera y, al besarte,
un estruendo,
perfecto, decide acabar hoy el mundo…
Moriremos, de lado,
agarrados, sintiéndolo todo,
y el amor que ambos
poseemos quedará,
para siempre, constelado
en el cielo.
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