Hoy, amiga mía, espera a que se acabe el día,
a que el tiempo dibuje el cielo con tinta,
a que todas las nubes se aparten y dejen
que adornen tu vista los astros, la luna.
Una por una observa atenta las estrellas
y, admítelo: cada una de ellas
será un poema con románticas señas.
Aun sabiendo que al universo que miras
le separan de ti millones de millas,
seguiré, en el cielo, con los pies de puntillas,
esparciendo un rastro de lágrimas vivas.
Aun sabiendo que jamás reunirás el valor
suficiente para dejar a tu pecho volar.
Aun sabiendo que, quizás, si lo harás
pero que hacia otra galaxia te irás.
Mi luna, mi amor, mis estrellas, no dejarán de brillar.
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