Impactó en mi un rayo cegador
friendo, fogoso, mi tristeza.
De aroma eterna y faz aliviadora
un fantástico paisaje apareció.
Como una gran tormenta negra
de lluvias, truenos, rayos y granizo
que aplaca lo que encuentra y deja atrás
rocío entre las hojas y un suelo cristalino.
Una vez sonó enfadada tal orquesta
un estruendo aparatoso silenció
la melodía abandonando, triste,
el timbre de un violín agonizando.
Avivando los colores volvió el sol,
ahorcando esa faz de aroma inacabable
y advirtiendo que esas gotas de rocío
eran sólo semillas de huracanes.
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