No son tus ojos,
no es tu cabello
ni tu faz
embriagadora.
No es tu mirada,
no es tu misterio
ni tu silueta
curvada.
No son tus manos,
no es tu cadera
ni tus atractivos
muslos.
No es tu intelecto,
no es tu pasado
ni tu pensar,
selecto.
No es tu sonrisa,
ni tus abrazos,
ni tu alma, sumisa.
No es tu calor fresco,
ni ese absurdo
sentimiento
que te hace promiscua
de aspecto.
No es tu presencia,
ni tu puntual
arrogancia,
que maquilla tu gran
esencia.
No es tu amistad,
leal,
no es tu amor,
platónico,
lo que provoca mi
mal.
Es el destello de
todo tu ser
que no me deja ver
que soy sólo
un amor de ayer.
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