Cuando tu ausencia
llama a mi puerta… la dejo fuera,
para que note el
escozor del aire azul al penetrar sus labios cortados.
Y cuando más fría
queda, le abro la luz de afuera
para que no se marche y piense en mi puerta y
ésa hoguera.
Y ella, fatigada y
aburrida, apoya su torso en la escalera
para hacer volar el reloj entre las horas.
Sucumbe, duerme,
fundida y malherida.
La noche ha sido gris, la noche ha sido
eterna.
Y un rayo de luz le
punza en las pestañas,
se incorpora con la ayuda de
un incorpóreo ser.
“La puerta ya está
abierta, apóyate en mis hombros que tu lecho espera.”
Y en esa habitación,
oscura y olvidada,
detrás de la
escalera, sin siquiera ver la hoguera,
muere tu ausencia, muere tu ausencia, muere,
triste y alocada.
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